lunes, 29 de junio de 2015

Esta no es mi historia, es la de algún otro loco. 


. . .

Era una noche de liberación. Un típico fin de semana para aliviar los pesares que los 5 días previos te enciman. El plan era, como de costumbre, encontrarme con mis amigos, esos que son más amigos cuando el alcohol está presente, en alguna casa cercana. Y así fue; pero el asunto se tornó aburrido después de unos cuantos tragos, por lo que no dudé huir de la escena hacia un lugar más entretenido: la fiesta de un desconocido al otro lado de la ciudad. Siempre es bueno conocer nuevas personas, abrazar las aproximaciones casuales como si no fueran fortuitas, sino contempladas con expectativa. Algo me decía que entre tanta gente anónima e indiferente a mi presencia, inmersa en la espesura del montón, habría alguien predestinado a chocar contra mí con la potencia de una bala. Mi mirada rebotada en cada esquina presintiendo el encuentro, sobre mi piel ella se sentía cercana. Cuando la vi, supe que era ella. Fue todo lo que esperaba: un proyectil impactando en mi pecho sin causar dolor alguno, ni muerte, ni sangrado; que, sin embargo, fue causa de una fuerza abrumadora.

Ella me había golpeado de esa manera tan contundente, necesitaba aprender una lección. Me acerqué con la velocidad con la que ella vino hacia mí, prometiéndome una y otra vez en mi cabeza que esa noche le enseñaría algo, por lo que al abrir mi boca solo pude articular las palabras de la proposición que tenía en mente:

—Te voy a enseñar una lección. No me voy a ir de la fiesta hasta que hables conmigo, ¿sí?

—Ok.

Era hermosa, merecía saberlo. Así que se lo dije de corazón. Me agradeció como era debido, aunque yo no buscara un agradecimiento, y volteó la cara apartándome de su bello rostro. Todo en ella era perfecto, cada curva y cada ángulo lo eran. Sus pasos eran armónicos y mientras bailaba no podía dejar de contemplarla.

—Nunca dejes de bailar, te ves mejor en movimiento.

—Gracias.

—Recuerda, al final quiero hablar contigo.

—Ok.

La fiesta se había desarrollado según las expectativas de todos—menos las mías, claro—. Tanto alcohol y psicotrópicos hicieron el efecto debido y justo cuando meditaba en mi espera por tener una conversación con ella, la consciencia de todos los que me rodeaban se tambaleaba de un lugar a otro. También había consumido de todo, como era propio para alguien que se adentra a una fiesta como esa; pero había elegido, desde que mis ojos se posaron sobre ella—sobre su perfección absoluta—, que permanecería en mis cabales por el resto de la velada. Sin buscar respuestas, solo esperándolas.

—No me voy de la fiesta hasta que tú te vayas.

—Ok.

Estuve sentado viéndola bailar, mientras mi mano sostenía una botella de vino que había abierto con un amigo para hacer transcurrir el tiempo—la ilusión del tiempo—. Le confesé a él que la amaba—¡Sí! La amaba—, que esa chica me había robado el corazón. Pero en algún punto de la madrugada, supe que la paciencia de él no fue tan ardua como la mía. De pronto se había ido el último de mis amigos y me había quedado solo, tan cerca y tan lejos de ella.

—Toma mi teléfono

—¿Ah?—Ella extendió su mano sin comprender lo que intentaba.

En la pantalla de mi celular se leían dos poemas, dos predicciones que había hecho de lo que sería mi amor por ella. Sé que lo leyó, al menos mientras estuve junto a ella. De ellos recuerdo muy poco, porque la imagen de aquella hermosa mujer opaca los otros fragmentos de la memoria de esa noche.

Para la chica sin nombre de la que me enamoré porque sólo vi amor en ella durante toda la noche...

P.D: Tuve una botella de vino toda la noche, para que sepas que, si nos vemos otra vez, te invitaré un vino... Recuerda la razón por la que no me fui, te voy a enseñar una lección: la paciencia existe una vez que no juzgas a un loco que te espera toda la noche en una silla sólo para que aprendas a ser paciente.”

No sé que pasó después de eso, en mi mente sonaba una armónica—mi armónica— y todos podían oírme a mí y al poema; pero esa es una historia diferente. Ella se fue con mi teléfono en sus manos y con mis versos en la cabeza. Mientras la esperaba un poco más, cuando añoraba su regreso después de haber leído el segundo escrito, me echaron de la casa de mi historia de amor alrededor de las diez de la mañana, sin siquiera saber cómo se llamaba. No sé su nombre, pero siento que inicia por R. Quizá se llame Rocío, porque ese nombre es precioso, como cada parte de ella.

Ahora solo quiero algo de vuelta, no a mi teléfono, ni mis poemas; sino a ella, a la chica sin nombre de la que me enamoré porque sólo vi amor en ella durante toda la noche. 
Yo solo quiero verte bailar
18:38

Yo solo quiero verte bailar

lunes, 22 de junio de 2015



Haber sido diagnosticado con ansiedad le dio nombre a la fuente de mis malestares emocionales durante la mayor parte de mi vida. De allí, de la ansiedad y su efecto mí, ha nacido una serie de propuestas artísticas personales que se manifiestan en diversas modalidades. Entre dicho material resultante, catártico por naturaleza, he escrito varios poemas que representan en gran medida mi visión sobre el tema y éste padecimiento agobiante que muchas veces es obviado o puesto en segundo plano, ignorando la influencia entorpecedora que tiene sobre nuestras vidas. En resumen, los siguientes poemas representan los intentos de un adolescente por lidiar con la fuerza de los impulsos incontrolables que dan forma a la ansiedad y son ahora publicados por dos razones: en primer lugar, como una forma de auto-expresión necesaria, primer paso de una iniciativa que busca recomponer mi estabilidad emocional(si es que es posible lograrlo) y, en segunda instancia, busca funcionar como una acercamiento no tan pretencioso a todas las personas que experimentan una situación similar.

1

Todos los caminos 
se extienden como círculos 
que raspan el suelo.
De pronto estoy rodeado de barrancos.
De pronto me pierdo en mi memoria
También rodeada de barrancos
y me pregunto:
¿Qué dirección hará que duela menos?

2

La distancia entre todas las cosas 
se reduce mientras yo me expando.
Ya no he de caber 
en dondequiera que vaya 

3

Algo se mueve entre el baño y la cocina
y entre la cocina y el baño.
No soy yo, ni mi madre,
ni mi abuela, ni mi padre.

Tal vez es el consuelo que me acecha
por los pasillos de la casa;
pero soy muy cobarde,
 muy cobarde para averiguarlo.

Solo he de quedarme entre las sábanas
con la puerta bien cerrada
y la boca bien cerrada
y el hambre tendido en la barriga


4

Por favor, no hagas más preguntas.
No tengo respuestas que darte,
te las has llevado todas 
en estos diez años de asfixia

5

Creo que la navaja 
que guardaba en el bolsillo
me ha perforado el abdomen.
Ojalá nadie note cuanta sangre he derramado 
tiñendo mi ausencia,
ni la mala costura de estos pantalones oscuros
o la mancha roja sobre el borde de mis botas. 

6

Me advirtieron que la dicha llegaría
por la puerta del frente si miraba 
la puerta de atrás.
Ahora elevo la vista al panorama,
descubriendo la cuadratura del círculo,
y la dicha no llega por ningún lado.

7

La sala es gris, el patio es gris,
el suelo es gris, el cielo está gris 
y yo me he vuelto gris 
para seguir la corriente

8

La sombra que me acompaña
tiene manera de lobo.
Se ha acostumbrado a mi olor
y yo me he acostumbrado al suyo.
Cada noche cuando se acerca a mi cama,
lo alimento con falanges rotas
o la piel que sobra de mis labios.
Él me abraza la garganta hasta que cayo
 y me duermo sobre la humedad de mi almohada


Yo y la ansiedad
18:39

Yo y la ansiedad